Obesidad y riesgo de muerte prematura.

Un estudio publicado en Lancet que incorpora a millones de personas en varios países ha demostrado la relación entre el índice de masa corporal y el riesgo de muerte. Encontrando que existe menor riesgo entre los individuos de IMC normal (20 a 25).

El estudio incorporó a cerca de 4 millones de personas lo que lo convierte en uno de los estudios con más individuos analizados. Los investigadores demostraron una relación en forma de «J» entre la mortalidad y los rangos de IMC.

Los riesgos relativos para cada rango de IMC se enlisted a continuación:

  • 1.07, 95% CI 1.07-1.08, para IMC de 25.0 to <27.5
  • 1.20, 95% CI 1.18-1.22, para IMC de <30
  • 1.45, 95% CI 1.41-1.48, para IMC de 30.0 to <35.0
  • 1.94, 95% CI 1.87-2.01, para IMC de35.0 to <40
  • 2.76, 95% CI 2.60-2.92, para IMC de 40 to <60

El riesgo de mortalidad aumenta de forma considerable para individuos en rango de obesidad o IMC arriba de 30. Teniendo un riesgo de morir de forma temprana 45% mayor que los individuos con IMC normal (20 a 25).

En México el 35 % de la población tiene sobre peso y el 25% de la población tiene algún grado de obesidad según el reporte de Obesidad de la UNAM. Si juntamos los números de ambos trabajos resulta que mas de la mitad de la población tiene riesgo de muerte temprana. Esto resulta alarmante.

La obesidad y el sobre peso son problemas muy complejos para solucionar. El debate continúa sobre que rumbo dar a las políticas públicas para afrontar este problema. En nuestro país desde hace un par de años se han recolectado cientos de miles de millones de pesos con el impuesto a bebidas azucaradas sin que se hayan publicado políticas públicas claras sobre la utilización de esos recursos. Hay que recordar que México ocupa el segundo lugar a nivel mundial en el consumo de bebidas azucaradas.

Habrá que esperar en los próximos meses los resultados de la encuesta nacional de nutrición, ENSANUT 2016, para conocer si si han existido cambios en la prevalencia de la obesidad y el sobre peso.

Si relacionamos los dos estudios podemos hacer una conclusión preocupante: de seguir así, veremos en un futuro no muy lejano, madres que entierran a sus hijos y un cambio en la conformación de la pirámide poblacional.

Por lo pronto, debemos de trabajar en educar a nuestros hijos en una buena alimentación, en hábitos saludables y en hacer ejercicio de forma rutinaria, solo así podremos evitar que niños gorditos se conviertan en adultos obesos.

Dr. Fernando Pérez Galaz